Quiero comenzar contando esta anécdota. Estaba caminando por este parque con un amigo y le digo: “este lugar me inspira a realizar un ejercicio de visualización que aprendí hace poco.” Aunque realizamos el ejercicio, su primera respuesta fue “aquí. Chica no. Me voy a ver bien gay”. Esa respuesta me resonó y comenzamos con un intercambio de ideas. Me comentó: “yo practico la meditación en mi hogar, en donde sé que no seré juzgado”. Poniéndome en su lugar, en nuestra cultura patriarcal, al género masculino tradicional se le exige no expresar emociones y no se le enseña a conectarse consigo mismo. Debe ser fuerte tener que esconderse para llevar un estilo de vida que valora, por el simple hecho de que no cumple con los estándares o roles del género masculino tradicional establecidos por nuestra sociedad.
Ante esta situación comencé a reflexionar sobre la masculinidad y la compasión. La autocompasión es la integración de “tender” (amabilidad, bondad, amor, cariño y sentido de cuido) y “fierce” (acción, valentía, protección y motivación). Se ha definido la autocompasión como “ser cuidadoso (e) y compasivo con uno (e) mismo (e) ante las dificultades, la insuficiencia percibida y los errores cometidos, adicional a accionar para proteger nuestro ser (derechos)” (Neff, 2003; 2021). El aspecto de acción es un elemento clave para cultivar la autocompasión en su totalidad. Es decir, vocalizar tus ideas, decir “no” cuando sea necesario, desarrollar fronteras y afrontar las injusticias (Neff, 2021). También es considerada como una estrategia de regulación emocional adaptativa (Forkus et al., 2019a, 2019b). Tener una capacidad autocompasiva te permite tratarte con el mismo cariño que tratas a un amigo/a/e o familiar cercano (Neff, 2009).
Nuestra sociedad generalmente ve a la autocompasión como característica del rol femenino. En las mujeres es bien visto el que exprese compasión, pero en los hombres socialmente se valoran otras características. Los hombres desarrollan, mejor dicho sobre-desarrollan, las cualidades de “ fierce” (protección, motivación y producir) y no las cualidades de ternura de la autocompasión. Además, puedo identificar que en Puerto Rico existen pocos espacios donde se fomenta el desarrollo de la autocompasión en los hombres.
Neff (2021) realiza una metáfora de la energía de la autocompasión (Tender y Fierce) utilizando la filosofía tradicional china del Yin (Tender) y Yang (Fierce). El Yin es la energía que se asocia a la suavidad, receptividad, al cuidado (históricamente asociado a lo femenino). El Yang es la energía relacionada al movimiento, firmeza, dominio, orientado a la meta (históricamente asociado a lo masculino). Aclara que no se trata de masculino y femenino que en realidad ambas energías se encuentran en cada persona y en todas sus formas, trascendiendo la dualidad. Desde esta perspectiva la enfermedad o problemas de bienestar surgen por el desbalance de las energías.
La literatura ha evidenciado que si naces hombres biológicamente se te enseñará los roles tradicionales del género masculino, los cuales no incluyen la autocompasión. Cuando hablamos de roles tradicionales del género masculino me refiero a la expectativa de que los hombres deben ser fuertes, independientes, protectores, productores, activos, competitivos, agresivos, no mostrar demasiada vulnerabilidad y desconexión con las emociones. De no cumplir con estos estándares serán avergonzados por otros o experimentará un sentimiento de vergüenza. A corto y largo plazo tiene repercusiones en las relaciones interpersonales, dificultades en el lugar de empleo, y en su salud mental. Además, al no poder expresarse, se vuelven vulnerables a conductas de alto riesgo, incluyendo uso de drogas, alcohol, suicidio, violencia (en todas sus dimensiones) contra los demás y sí mismo; y a padecer de condiciones de salud mental como depresión.
No se puede dejar de mencionar el tabú que existe que un hombre hable de su salud mental, ya que nuevamente si lo hacen es considerado como un ser débil e incompetente, por no manejar sus propias cosas (como el caso del policía que mencioné anteriormente). La masculinidad tradicional se transmite en una variedad de contextos y las profesiones como policía, abogacía y gobierno son campos especialmente potentes que contribuyen al adoctrinamiento y la perpetuación de las normas masculinas tradicionales. Tanto así, que vemos mujeres que adoptan e internalizan los esquemas de la masculinidad, para poder sobrevivir en su profesión. Por ejemplo, los estudios han demostrado que los hombres que se adhieren a las normas tradicionales de género masculino tienden a evitar o inhibir los sentimientos vulnerables y la intimidad con los demás (Levant y Pollack 1995; O'Neil 2008); muestran dificultad para experimentar a sus sentimientos y mayor angustia psicológica (Levant 2011; Pederson y Vogel 2007). Además, se evidenció que los hombres heterosexuales adultos que están adheridos a los roles de género tradicional presentan niveles más bajos de autocompasión.
Siguiendo esta línea, quiero compartirles un ejemplo de mi proceso de práctica, donde atendí a un hombre que ejercía como policía y tuvo un accidente automovilístico por quedarse dormido. Durante la entrevista me recalcó: “esto no saldrá de aquí, mira que me puedo ver afectado si saben que estoy recibiendo servicios psicológicos. Hace tiempo que me siento mal, y pienso que tengo lo que ustedes llaman depresión. Pero si lo digo tiene un impacto por ser policía. Muchos de los policías tendemos a callarnos”. Un problema que aún sigue perpetuando en ese tipo de profesión, donde se toma en pinza el tema de la salud mental, la validación de las emociones y el demostrar las vulnerabilidades. La persona que abiertamente exponga su situación de salud mental no es visto con buenos ojos y puede ser categorizado como débil y no competente para la profesión. Esta preocupación se convierte en una barrera para recibir los servicios de salud mental que necesitan.
Un dato curioso y alarmante es que en EEUU, los hombres se quitan la vida casi cuatro veces más que las mujeres (Centro Nacional para la Prevención y el Control de Lesiones, Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, 2015). Según el Informe Anual de Suicidios en Puerto Rico del 2020 (Comisión para Prevención del Suicidio del Departamento de Salud), los resultados señalan que durante los últimos seis años (2015-2020) la proporción de mortalidad en hombre fluctuó entre 80% y 90%. El 85% de las muertes por suicidio ocurrieron en hombres en el año 2020.
Como mencionamos anteriormente, los hombres generalmente cultivan el yang-elemento fiera de la autocompasión. Cuando predomina sólo ese elemento vemos hostilidad y agresividad. Respecto a los hombres, deben cultivar el yin- elemento de la ternura/bondad de la autocompasión de una manera balanceada e integrada. Por ejemplo, la amabilidad, la validación de su dolor, la aceptación de sus experiencias internas (emociones, pensamientos y sensaciones físicas), el sentido de cuidar a otros y así mismo, y la receptividad. La gente está reconociendo cada vez más que los roles sociales contra la vulnerabilidad de los hombres contribuyen a una cultura de violencia (Jewkes et al. 2015).
Los estudios evidencian que los hombres más resilientes, exitosos y emocionalmente inteligentes son los que pueden enfrentar la adversidad y los desafíos con un corazón abierto y una naturaleza autocompasiva, en lugar de rígida o autocrítica. Son hombres que se le facilita superar los viejos roles, encontrar una nueva voz poderosa y a la misma vez amable y tranquila. Las personas con mayor autocompasión tienden a ser capaces de persistir y lograr más frente a la adversidad; lidiar mejor con desafíos como el divorcio, trauma o dolor crónico; son capaces de cambiar hábitos y comportamientos preocupantes y poco saludables con mayor facilidad (Neff & Beretvas, 2013). Además, aquellos con mayor autocompasión tienden a tener una perspectiva realista de sus problemas y debilidades (Neff et al., 2007), tienden a no negar sus problemas (Neff, 2012) y parecen aceptar sus circunstancias, muestran motivación para cambiar lo que pueden (Leary, Tate, Adams, Allen & Hancock, 2007).
Dados los sólidos beneficios de la autocompasión, será importante abordar cómo las normas de socialización de género pueden poner a algunas personas en desventaja (Neff, 2021). La autocompasión no es necesariamente una cualidad que se les enseña a los hombres en la infancia. Sin embargo, es una habilidad esencial para que los hombres vivan vidas balanceadas y significativas. Afortunadamente, la investigación y la práctica muestran que la autocompasión es una habilidad que se puede enseñar y aprender.
Lo aquí expuesto visibiliza que los problemas de salud mental de los hombres debe abordarse desde otra mirada, fomentando espacios, programas y prácticas que los ayuden a conectarse consigo mismo, identificar y aceptar sus vulnerabilidades, normalizar la búsqueda de ayuda y mostrar su amor propio. Además, se debe cultivar la autoconciencia de sus prejuicios y los roles tradicionales que interfieren en su bienestar y calidad de vida profesional. Esto permitirá crear consciencia de que no están solos, son humanos ante todo y otros hombres y mujeres también pasan por situaciones similares.
Se necesita coraje para identificar, cuestionar y afrontar los roles de género masculinos y poder crear una relación diferente consigo mismo y con los demás. La pregunta que nos debemos hacer: ¿qué necesito en estos preciso momento para aliviar mi dolor? Existen tres elementos asociados a la autocompasión, que son: bondad/amabilidad hacia uno mismo, humanidad común y atención plena (Neff, 2003; 2021). La bondad hacia uno mismo se refiere a la calidez y comprensión hacia nosotros/as/es mismos/as/es cuando afrontamos eventos dolorosos, estresores del diario vivir.Consiste en aprender a reconocer/visibilizar nuestro dolor y dejar de flagelarnos con críticas y/o conductas de alto riesgo. Por eso muchas veces escuchamos que “nuestro peor enemigo/a/e somos nosotros/as/es mismos/as/es”. La humanidad común se trata de reconocer que las dificultades, los errores y el dolor son experiencias del ser humano. Es decir que no estamos solos/as/es en la situación que estemos afrontando. La atención plena (también conocido como Mundfulness) adopta un enfoque equilibrado y sin juicio de nuestros procesos internos (emociones, pensamientos y sensaciones) no placenteros. La atención plena nos ayuda a reconocer nuestras emociones no placenteras con franqueza, curiosidad y claridad.
Es necesario desarrollar la autocompasión para todo ser humano sin distinción de roles de género, orientación sexual y sexo. Para llegar a eso tenemos que normalizar y visibilizar la ausencia de sí misma; e iniciativas que fomenten el tema en la educación temprana. Tal vez necesitas reconocer las vulnerabilidades y las imperfeciones y, en ese caso, tú que me estás leyendo independientemente del sexo, género, raza, orientación sexual etc. necesitas el elemento de la ternura de la autocompasión: amor (bondad hacia nosotros mismo), conexión (humanidad común) y presencia para experimentar (atención plena), el elemento de fiera para protegerte: valentía (bondad hacia nosotros mismo), empoderamiento y claridad para tomar decisiones (atención plena).
Hasta que la autocompasión y compasión no sean cultivadas en cada persona la violencia, el sufrimiento y la desconexión con nosotres mismes seguirá escalando. Si te interesa saber más sobre este y otros temas relacionados a salud mental, suscríbete para que recibas nuestros blogs primero que nadie. Comunícate con nosotras para orientarte de los servicios de salud emocional que ofrecemos en la bePResent: 787-249-0593, info@bepresentpr.com
*** Este artículo no sustituye un proceso de psicoterapia, ni intenta tratar ni curar nunguna condición mental, ni enfermedad. ****
La Dra. Yashira Arroyo completó el grado de Ph.D. en Psicología Clínica, en la Universidad Carlos Albizu de San Juan, PR. Ofrece servicios de psicoterapia a adolescentes y adultos de forma virtual en la clínica bePResent.